lunes, 19 de noviembre de 2012

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 Tormenta de necochea



En un breve artículo publicado en la última página de Ecos Diarios, el 27 de abril, se informaba que “el desborde de ríos, arroyos y canales ha provocado la pérdida de un ochenta por ciento de los cultivos de temporada”. La cifra de animales muertos no se había podido calcular. Según se pudo establecer más tarde, en ocho días cayeron sobre el territorio bonaerense unos 30.000 millones de toneladas de agua.
Pero ese mismo día la situación se complicó y la inundación se transformó en tapa de la siguiente edición del diario. “Dos personas muertas -una en Juárez y otra en Ramón Santamarina-, cuantiosos daños materiales y campos anegados, fue el saldo del violento temporal de agua y lluvia que se abatió sobre la ciudad y distritos provinciales. En Necochea hubo daños en clubes ribereños, hay inquietud por la crecida del Río Quequén y debió clausurarse la ruta 86, como también desagotarse numerosas viviendas”, señalaba la primera página de Ecos Diarios el 28 de abril de 1980.
La ciudad y los necochenses se encontraban ante uno de los más grandes fenómenos meteorológicos de su historia.

Cien milímetros
Las intensas lluvias registradas en la región sobrecargaron el cauce del Río Quequén y provocaron la más grande inundación de la que existe registro. Según una crónica publicada el 28 de abril, el día anterior el partido de Benito Juárez, donde comienzan muchos de los arroyos que desembocan en el río, fue prácticamente arrasado por un alud de lluvia y lodo.
En Coronel Bunge, a unos 30 kilómetros al Oeste de la ciudad de Benito Juárez, el agua caída superó los 350 milímetros y en Barker, el temporal alcanzó inusitada violencia, con 150 milímetros de agua caída en sólo 30 minutos.
En tanto, en nuestra ciudad se registraron 100 milímetros de lluvia caída en sólo dos jornadas y el 27 de abril los Bomberos ya habían tenido que desagotar distintas viviendas.
De acuerdo a la crónica, “se vivieron momentos de zozobra en los muelles de los clubes Náutico y Rowing cuando la fuerte correntada del río, que arrastraba elementos de todo tipo, como por ejemplo troncos, llevaron a su paso embarcaciones amarradas”.
En Ramón Santamarina, un chico de 14 años cayó a una profunda excavación y se ahogó.
Mientras tanto, la ruta 86, que comunica Necochea con Juárez, quedó bajo las aguas y la empresa de ómnibus Pampa interrumpía los servicios entre nuestra ciudad y Juárez, La Dulce, Juan N. Fernández y Barker.
Para el 28 de abril la situación en nuestra ciudad era dramática. Las aguas seguían avanzando río abajo y se debió evacuar a 200 personas, la mayoría del sector ribereño. Mientras tanto, la Terminal de Ómnibus debió ser desalojada ante la crecida.
Los primeros en ser evacuados fueron los pobladores del sector de la ribera a la altura de la calle 26. También los residentes en la zona del puente del ferrocarril hacia Las Cascadas. Mientras que las instalaciones del Rowing y el Náutico no tardaron en quedar totalmente anegadas.
Los evacuados fueron trasladados al Hospital Municipal, al Hospital Irurzun y Hogar Raimondi, mientras que los bienes materiales fueron retirados de las viviendas y puestos a resguardo en el Corralón y en galpones municipales.

Bajo las aguas
Pero los momentos de mayor dramatismo se vivieron el 29 de abril, cuando los puentes Ezcurra, Ferroviario y Negro cayeron ante el arrollador paso de las aguas y el número de evacuados llegó a los 600 en Necochea y Quequén. En la región, Lobería, Juan N. Fernández y Claraz habían quedado aisladas y La Dulce se encontraba parcialmente inundada.
La crónica publicada al día siguiente por Ecos Diarios, da una ligera idea de los fenómenos producidos por la crecida. “El dramático momento vivido, cuando la parte central del puente carretero Ignacio Ezcurra cayó destrozada por el empuje avasallante de la corriente que generaba el paso del río Quequén, fue prácticamente inenarrable”, señala la nota.
“No fue solamente el impacto de su caída, lo que generó la tristeza y el desánimo entre todos los que presenciaron la tragedia que sucediera a las las 16.30 aproximadamente, sino la terminación de un largo sueño que comenzó el 20 de diciembre de 1969, cuando fuera habilitado el tránsito”, agrega.
A las 21 de aquel 29 de abril, también cayó el viejo puente del ferrocarril, que había sido construido entre 1893 y 1894, cuando se puso en servicio la Estación de Trenes de Necochea.
El viejo puente se encontraba clausurado desde 1966, pero se había convertido en una de las postales de la ciudad.
“Estaba considerado como una de las construcciones más sólidas en sus cimientos ya que su estructura había soportado la conocida inundación de 1914, que afectó a nuestra ciudad y la zona y que en ese entonces arrastró un puente que se construía frente al Club Náutico”, indica un artículo periodístico.
Ante esta situación, la Municipalidad de Necochea dispuso el estado de emergencia, se suspendieron las clases y se tomaron todo tipo de precauciones. Sin embargo el agua siguió avanzando y provocó destrucción en el puerto local.
La corriente, cargada de troncos, animales muertos, muebles y otros elementos, arrastró muelles y embarcaciones. El Caribea, conocido como el barco fantasma, fue arrastrado y quedó varado en cercanías de la Colonia Pinocho, en Quequén, el Pesquera III quedó frente a Bahía de los Vientos.

 


 

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