Parque
miguel Lillo
“Formado para frenar las arenas
vivas y los medanos”.
En el año 1945 la Asociación Fomento de Necochea, con
la intención de crear un parque público pide al interventor de la provincia de
Buenos Aires la expropiación de las tierras pertenecientes a la familia Díaz
Velez. El primero de noviembre de 1947 mandan al ingeniero agrónomo Edgar Gatti
a la ciudad de Necochea para que realice un estudio de factibilidad y poder
crear a su vez un vivero en la casona, perteneciente a la familia antes dicha.
El resultado fue aceptado para crear dicho vivero y el primero de marzo de 1948
le ofrecen al ingeniero Gatti el cargo como Jefe. Entonces se radica en
Necochea para comenzar los trabajos de planificación y organización, compra de
maquinarias, herramientas, muebles y útiles, etc. Las primeras semillas de
Acacias y Pinos fueron enviadas desde el vivero de Miramar y se hicieron los
primeros almácigos con cajones de madera. En 1949 se realizan los primeros
trabajos de fijación de dunas sembrando especies forrajeras tapadas con paja de
lino. El vivero producía 300000 plantas al año, 80 % de pinos y el resto
Acacias y Eucaliptos.
Llegaron a trabajar 70 personas y funcionó desde el
año 1949 hasta aproximadamente 1972 con esa producción.
El Parque Miguel Lillo fue la inspiración de un
idealista y acaudalado caballero: Don Carlos Díaz Vélez, propietario de toda
esta basta extensión, fue fundado en marzo de 1948, abarcando casi en la
actualidad casi 600
hectáreas con un total de aproximadamente 4.500.000
ejemplares de especies arbóreas. El después de largas cavilaciones, decidió
convertir esas, en apariencias inhóspitas arenas, en una plantación sin pensar
que con el correr de los años la obra así proyectada se transformaría en el
monumental lugar turístico, que es hoy, poblado de ejemplares y habitado por
las mas hermosas variedades de pájaros, visitado y admirado por millares de
personas.
Esta incomparable empresa que nuestros días parece
obra de la varita de algún mago o salida de la lámpara de Aladino, surgió casi
el mismo año en que se edificó el Necochea Hotel, allá por 1909. El
comienzo fue sumamente penoso para los que trabajaron en ella, ya que en el
lugar no predominaban otra cosa que los médanos, que como niños juguetones,
algunas veces, o caprichosos otras, mudaban de sitio, modificando de uno a otro
día, o en pocas horas según la velocidad del viento, la fisonomía del solitario
lugar.
Su nombre, Miguel Lillo*, esta relacionado a un botánico
tucumano quien lucho por el mantenimientote los espacios verdes Con más de cien
especies de árboles, es una de las tantas bellezas que la naturaleza, ofrece en
nuestra ciudad para disfrutar, para vivir, para tomar las vacaciones en serio.
-hay otras obras de importancia dentro de nuestro
parque, que fueron construidos hace muchos años atrás, que nos resultan
familiares y tienen su propia historia.
El anfiteatro
Pedro Arozarena y la fuente que se halla ubicado en cercanías de
anterior. El proyecto se determino que fuera a cielo abierto, similar al teatro
griego del parque, de Córdoba, con capacidad para 1500l personas sentadas en
graderías y un escenario que permitiría el movimiento de 40 artistas en escena
La obra formaría
un todo armónico con el entorno, y funcionalmente ubicados dispondría de
camarines, vestuarios, depósitos, baños públicos y alojamiento para los
artistas.
Mencionaba el
informe preparado las características del terreno y la facilidad para dotarlo
de servicios públicos, porque estaban a poca distancia.
Las gestiones
fueron muchas, y el inicio de la obra se fue demorado. A comienzo de septiembre
del año 1963 se informo que la dirección nacional de turismo dispuso la inversión
de distintas sumas en cumplimiento de un plan promocional y se le acordó a la
municipalidad local 2,5 millones de pesos como contribución para la creación
del anfiteatro infantil en el parque.
A ritmo
acelerado se trabajo en febrero de 1965, la obra, a cargo de la empresa TOMAGRA
y SASTRE, contaba con un presupuesto de
$3.464.000. Para encarar ese monto la dirección nacional de turismo aporto 2,5 millones;
una parte de $836.000.destino a la municipalidad el ministerio de obras
publicas. El resto hasta completar, fue aprobado por el consejo deliberante.
El gobierno
bonaerense y el ministerio de asunto sagrarios autorizaron el emplazamiento en
los terrenos de propiedad provincial y el proyecto original de la asociación de
amigos del parque miguel Lillo, tuvo varias modificaciones.
A la par que se
erigía nuestro anfiteatro, se hallaba en plena ejecución la fuente luminosa. Ya
se había realizado algunas obras complementarias. Y se destacaba que la fuente seria el
circuito cerrado, siempre trabaja con el mismo volumen de agua. Contaría con 37
grifos laterales en forma de cuchara, que arrojarían agua en forma de pantalla.
En el centro había cuarto grifos más y un grifo cilíndrico.
Con este
diseño se lograría un atrayente juego de aguas y en el centro caería en forma
de hongo.
La iluminación
preveía 15 reflectores y otros 5 en el piso de la fuente. La obra alcanzaba un
monto aproximado a los $450.000, los
fondos provinieron de los vecinos que dieron su apoyo con kermeses organizadas
por la Asociación Amigos del parque
y de la junta vecinal playas de Necochea, que contribuyo con $25.000.
La Asociación
de amigos del parque dono la pobra, lo que fue aceptado pro el decreto 104 del
19 de enero de 1965.
Con actos de
cierre de la inauguración de la temporada 1965/66, el 12 de diciembre durante
la inauguración del anfiteatro actuó la banda municipal de Mar del plata;
seguidamente se procedió a al apertura de los grifos y encendido de las luces
de la fuente y el destello luminoso de las aguas puso el broche de oro a la
jornada.
El 23 de
noviembre de 1971 llegan a Necochea 115 cerezos y 25 durazneros que el
intendente de la ciudad de Kanazawa (Japón) envió a la Municipalidad de
Necochea, para ser plantados en el Parque Miguel Lillo.
Este fue el comienzo de un intercambio, cuyo propulsor
fue el doctor Hideo Anada, ya que se mandaron semillas de ceibo (Flor Nacional
de la Argentina) a la localidad de Kanasawa. Se pensó que debiera haber
alguna construcción en la ubicación de estas plantaciones de cerezo y en
consecuencia de formó un arco de entrada llamado "Torii".
Mediante las formas de esta realización se expresa al
pueblo de Necochea, algunas de las tradiciones japonesas y con el color, por el
hecho histórico de haber plantado los cerezos, se obtiene sentido cuando se
observan a los mismos en primavera
A 25 años de estos hechos, la colectividad japonesa de
Necochea solicita a la Sub Secretaría de Cultura, Educación y Deportes, que
fuera erigida alguna construcción que recordara la visita del Dr. Anada y la
ubicación de las plantaciones de cerezo.
En consecuencia, se resuelve desarrollar un proyecto,
a través de la Dirección de Equipamiento Urbano y Vivienda para emplazar el
acceso al "Patio de los Cerezos" y el "Tori" (arco de
entrada).
Mediante las formas de esta realización se expresa al
pueblo de Necochea, algunas de las tradiciones japonesas y con el color, por el
hecho histórico de haber plantado los cerezos, se obtiene sentido cuando se
observan los mismos en primavera.
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